De la publicidad tradicional al socialmedia.

 

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Hoy temprano, le comentaba a mi esposa que gracias a Facebook me estaba contactando con gente que no veía hace tiempo, muchos compañeros y colegas en la primera agencia “grande” que pisé, llamada Grey Perú, de la cuál queda un nutrido grupo de “graduados” de aquellas épocas y en donde también, empecé a aprender a fondo lo que significaba ser un “creativo”. 

Eran los tiempos en donde los guiones se tipeaban en máquina de escribir, los bocetos se hacían a plumonazos o carboncillo y los artes finales se elaboraban usando muchas veces letras autoadhesivas de la marca Letraset, en donde ver un reel de Cannes podía tardar hasta medio año, dependiendo quien viajara y trajera una copia.

Y en dónde, era común encontrarse con gente que había estudiado las más variopintas profesiones: psicología; cine,  literatura,  administración, abogacía, Bellas Artes, ingeniería, etc. además de la gente que venía de Comunicaciones en el caso de una universidad, o de los institutos como el IPP.

O sea, la agencia era por la coyuntura, un equipo multidisciplinario, que daba espacio y cabida a la gente que tuviera el talento para desempeñarse en alguna función, aún no hubiera tenido una extensa formación académica en publicidad que la respaldara…como en mi caso, un ex estudiante de ingeniería de sistemas.

Esa mixtura en aquellos tiempos, hacía que trabajar en publicidad sea algo tremendamente entretenido, debido a los distintos caracteres y puntos de vista de cada quién. El literato no dejaba pasar una coma mal puesta, el ingeniero analizaba todo al detalle, el que no sabía nada como yo, aportaba un poco de sentido simplista, etc.

Lo curioso es que, después de diez años donde la industria se nutrió de toda la hornada de brillantes egresados de universidades e institutos y como ya era un standard en todas partes, en el mundo se empezó a gestar una tendencia creativa que decía que las agencias debían estar compuestas de profesionales multidisciplinarios, para “salir de la caja” o digámoslo de manera más simple, para romper la publicidad hecha por publicistas que miraban sólo a otros publicistas.

Debo confesar que le perdí el rastro a esta tendencia y no sé si prosperó o no. Pero, particularmente, creo que en ese sentido sigue más vigente que nunca. Bastar observar a Google construyendo el nuevo imperio publicitario del futuro; la cada vez mayor cantidad de estrellas que sale Youtube y no de un casting, la creciente intolerancia a la publicidad invasiva, el triunfo de Barack Obama debido en parte a las redes sociales…para darse cuenta que la publicidad ya no “marca la hora” como antaño. Porque sí, había un tiempo en que la publicidad marcaba claramente  las tendencias.

Finalmente, cuando veo a diario mi timeline en twitter o Facebook, siento un flashback a mis épocas de practicante, ya que es común encontrar gente de las más distintas profesiones y puntos de vista, entrelazando ideas en un hasta ahora, algo desorganizado pero muy rico equipo multidisciplinario, no necesariamente dominado por tecnólogos o expertos en socialmedia, tampoco por las grandes marcas con los brillantes publicistas detrás de sus hombros.

Lo que veo es mucha gente aplicando su propio sentido común. Ese sentido común, que con las comodidades de los tiempos de bonanza, tal vez se perdió un poco en las agencias. Ese sentido común de hacer cosas que además de sorprender y ganar premios, sean realmente valoradas por el consumidor o cliente.

Porque al menos en mi caso, cuando quiero comprar algo, lo primero que hago es “googlear”. No buscar el aviso en el periódico ni la tanda en la televisión. Necesito información.

Una vieja regla publicitaria decía…“la publicidad no vende, persuade”. Hoy, “la nube” informa, persuade, vende y revende. Y más temprano que tarde, me parece, las limitaciones de acceso hacia ella van a desaparecer para la gran mayoría, convirtiéndose en el nuevo boom masivo de la década, dejando atrás el consumismo y dando paso a los prosumidores, quienes son los que hacen todas esas tareas.

No me malentiendan. No soy una voz más que proclama que la publicidad convencional va a morir. Al contrario, creo que va salir fortalecida y más brillante que nunca, cómo cuando pasó de la máquina de escribir a la computadora. Lo único que debe tener en cuenta, es que hoy es una herramienta comunicacional más y no la “veddette” de antaño.

Por supuesto, es mi humilde opinión, con grandísimas probabilidades de estar totalmente  errada.

Pero lo que me dice hoy día mi sentido común, es que me parece mucho mejor que mi hijo se calce con gusto unas zapatillas para corregirle los pies planos, que unas de marca que valen 3 veces más y no lo ayudan en ese sentido. Eso es lo que me ofrece “la nube” hoy, a comparación de la publicidad tradicional. Soluciones concretas a través de la información. Y se lo agradezco.

Miguel Higa / Mis 7 vidas online

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Gracias hijo :)

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